El vano ayer engendrará un mañana vacio. A. Machado
Eso escribió el poeta, y para contradecir el verso, están surgiendo en el pueblo iniciativas, de mujeres y hombres, que se niegan a resignarse, y se niegan también a que el futuro sea sólo un desagüe negro a través del cual se fuga el optimismo. Entre estas iniciativas desinteresadas están la organización de la cabalgata de reyes, un grupo de mujeres danzantes, cursos para aprender instrumentos tradicionales, iniciativas todas ellas que pueden ser un buen medio de enraizar de nuevo con el pueblo. Y por supuesto una iniciativa brillante, que está sumando gente no sólo del pueblo, sino también de la comarca, como es la del club atletismo Macotera. Una iniciativa, que pretende canalizar a través del deporte una mayor conexión con la tierra, que no todo sea el vago y nostálgico recuerdo de la cancha y del campo de fútbol de La Cotorrita
Su última aventura ha sido una media Maraton en tierras alicantinas, una salida muy bien organizada dónde no falto de nada, ni pastas, ni orquesta ni tan siquiera baño en la playa, y por supuesto un gran ambiente, y ganas de diversión.
Pero a veces uno con el cansancio confunde la vigilia con el sueño, y lo que os voy a relatar no se si es del todo cierto o exacto, pero al menos es lo que yo llego a recordar…
“Cuentan que un grupo de embajadores del deporte, con las pertinentes ropas moradas del club de su pueblo, partieron hacia el este, buscando los primeros rayos del sol, ese amanecer al que nuestros paisanos no están acostumbrados, concretamente hacia un pueblo con castillo, de nombre Santa Pola, pueblo que por cierto les acogió con enorme cariño. Cuentan, que una vez allí visitaron el café del siglo, regentado por allegados del pueblo, ya se sabe que los macoteranos siempre buscan esa bisnera por donde se cuele el olor de su tierra.
Y cuentan que a la mañana siguiente ya en el hotel, vieron a uno de los hermanos “coloraos”, de nombre Roberto y para más señas presidente del club, mirando al mar, pues había coincidido un amanecer precioso. Más tarde supimos que estaba esbozando un deseo (para los que no lo sepáis opta a una plaza del estado, y es que este “colorao” tiene el espíritu de esfuerzo y tesón de los viejos agricultores de su pueblo, que en lugar de quejarse de las piedras en el camino, las retiran, y buscan ese surco donde el arado mejor acaricie la tierra.
Y cuentan que ya en la carrera, y como en la en la última salida a San Sebastián el otro “colorao” volvió a ser el primero de los suyos. Por cierto cuentan también que a alguien desde el público se le ocurrió llamarle colorado, a lo que el bueno de Juan, respondió que el era “colorao”, reivindicando su apodo, que no es otra cosa que una forma de apego y arraigo a su tierra.
Al llegar a meta cuentan que se fue hacia el mar, para aliviar sus pies y que allí aconteció algo insospechado. Dicen que Juan empezó a sentir como le brotaba la barba, cómo de sus manos surgía un manto blanco y morado, de su cabeza un sombrero y del brazo una vara donde colgaba una calabaza, y que sus zapatillas de deporte se convirtieron mágicamente en unas peregrinas alpargatas. Convertido ya en San Roque, cuentan que fue a buscar a sus paisanos para animarlos en sus últimos metros y a medida que iban llegando, con generosidad les ofreció un deseo.
Cuentan que uno de los más veteranos, asociando la palabra patrón, con patrocinio, le solicito con vehemencia, que si alguna empresa de su pueblo quiere invertir, dar un paso adelante y que su nombre aparezca reflejado en el morado de los ropajes, no tiene más que decirlo, y con orgullo de paisanos lo lucirían como sus embajadores.
Y cuentan que estos veteranos, intentando imitar un cartel publicitario que previamente habían leído, invitaron al patrón a la próxima sanrocada de agosto, a él y a todos los visitantes que lo deseen, “una excusa para que gente forastera, a través del deporte, conozcan el pueblo, su cultura, su clima, su gastronomía y el calor de sus gentes”.
Y cuentan que Pepa, una mujer del vecino pueblo de Tordillos al pasar junto al patrón se sintió complacida, e incluso después de la prueba le ofreció su trofeo, porque Pepa además de su perenne sonrisa muestra un añadido de esfuerzo y talento.
Y así fueron pasando y acabando la prueba todos y cada uno de los paisanos y paisanas. Dos de ellas, hermanas y debutantes ilusionadas, pasaron junto a San Roque, al que le dijeron al oído que dedicaban esta carrera a una persona muy especial, que aunque ya no esta con ellas, le tienen y le tendrán para siempre muy presente. San Roque, respondió diciendo, que esa misma mañana había estado jugando al domino con esa persona especial, quién cuentan, que con todo el cariño de padre del mundo incluso ayudo al patrón a llenar la calabaza de agua, el mismo agua que San Roque ofreció a las paisanas, ese agua que los que pasan por un momento difícil, saben lo que refresca.
Cuentan que con el día vencido, partieron de regreso hacia su tierra, buscando el anochecer, y cuentan que Juan ó San Roque, o San Roque y Juan, pues ya os he dicho que con el cansancio a veces se confunde el atletismo con la vida y la realidad con los sueños, se acostó orgulloso. Y es que a este Juan, y a casi todos nosotros nos basta con intentar a veces, aunque sea por unos momentos y a través de una actividad que nos una , aliviar la soledad de los pueblos, reivindicarlos y que no caigan a plomo como dura piedra, y seguir deseando que el macoteranismo “pueda seguir brotando como un gusano en la mañana, tras un día de lluvia”.