lunes, 30 de enero de 2012

El vano ayer

El vano ayer engendrará un mañana vacio. A. Machado


Eso escribió el poeta, y  para contradecir el verso, están surgiendo en el pueblo iniciativas, de mujeres y hombres, que se niegan a resignarse, y  se niegan también  a que el futuro sea sólo un desagüe negro a través del cual se fuga el optimismo. Entre estas iniciativas desinteresadas están la organización de la cabalgata de reyes, un grupo de  mujeres danzantes, cursos para aprender instrumentos tradicionales, iniciativas todas ellas que  pueden ser un buen medio de enraizar de nuevo con el pueblo. Y por supuesto una iniciativa brillante, que está sumando gente no sólo del pueblo, sino también de la comarca, como es la del club atletismo Macotera. Una iniciativa, que pretende canalizar a través del deporte una mayor conexión con la tierra, que no todo sea el vago y nostálgico  recuerdo de la cancha y del campo de fútbol de La Cotorrita
Su última aventura ha sido una media Maraton en tierras alicantinas, una salida  muy bien organizada dónde no falto de nada, ni pastas, ni orquesta ni tan siquiera baño en la playa, y por supuesto un gran ambiente, y ganas de diversión.

Pero a veces uno con el cansancio confunde  la vigilia con el sueño, y lo que os voy a relatar no se si es del todo cierto o exacto, pero al menos es lo que yo llego a recordar…

“Cuentan  que un grupo de embajadores del deporte, con las pertinentes ropas moradas del club de su pueblo,  partieron hacia el este, buscando los primeros rayos del sol, ese amanecer al que nuestros paisanos no están acostumbrados, concretamente   hacia un pueblo con  castillo,  de nombre Santa Pola,  pueblo que por cierto les acogió con enorme cariño. Cuentan, que una vez allí visitaron el café del siglo, regentado por allegados del pueblo, ya se sabe que los macoteranos siempre buscan esa bisnera por donde se cuele el olor de su tierra.
Y cuentan que a la  mañana siguiente ya en el hotel, vieron a uno de los hermanos “coloraos”, de nombre Roberto y para más señas presidente del club, mirando al mar, pues había coincidido un amanecer precioso. Más tarde supimos que estaba esbozando un deseo (para los que no lo sepáis opta a una plaza del estado, y es que este “colorao” tiene el espíritu de esfuerzo  y tesón de los viejos  agricultores de su pueblo, que en lugar de quejarse de las piedras en el camino, las retiran, y buscan ese surco donde el arado mejor acaricie la tierra.

Y cuentan que ya en la carrera, y como en la en la última salida a San Sebastián el otro “colorao” volvió a ser el primero de los suyos. Por  cierto cuentan también que  a alguien desde el público se le ocurrió llamarle colorado, a lo que el bueno de Juan, respondió que el era “colorao”, reivindicando su apodo, que no es otra cosa que una forma de apego y arraigo a su tierra.
Al llegar a meta cuentan que se fue hacia el mar, para aliviar sus pies y que allí aconteció algo insospechado. Dicen que Juan empezó a sentir como le brotaba la barba, cómo de sus manos surgía un manto blanco y morado, de su cabeza un sombrero y del brazo una vara donde colgaba una calabaza, y que sus zapatillas de deporte se convirtieron mágicamente en unas peregrinas alpargatas. Convertido ya en San Roque,  cuentan que fue a buscar a sus paisanos para animarlos en sus últimos metros y a medida que iban llegando, con generosidad les ofreció un deseo.
Cuentan que uno de los más veteranos, asociando la palabra patrón, con patrocinio, le solicito con vehemencia, que si alguna empresa de su pueblo quiere invertir, dar un paso adelante  y que su nombre aparezca reflejado en el morado de los ropajes, no tiene más que decirlo, y con orgullo de  paisanos lo lucirían como sus embajadores.
Y cuentan que estos veteranos, intentando imitar un cartel publicitario que previamente habían leído, invitaron al patrón a la próxima sanrocada de agosto, a él y   a todos los visitantes que lo deseen, “una excusa para que gente forastera, a través del deporte, conozcan el pueblo, su cultura, su clima,  su gastronomía y el calor de sus gentes”.


Y cuentan que Pepa, una mujer del vecino pueblo de Tordillos  al  pasar junto al patrón se sintió complacida, e incluso después de la prueba le ofreció su trofeo, porque Pepa además de su perenne sonrisa muestra un añadido de esfuerzo y talento.


Y así fueron pasando y  acabando la prueba todos y cada uno de los paisanos y paisanas. Dos de ellas, hermanas y  debutantes  ilusionadas, pasaron junto a San Roque, al que le dijeron al oído que dedicaban esta carrera a una persona muy especial, que aunque ya no esta con ellas, le tienen y le tendrán para siempre  muy presente. San Roque,  respondió diciendo, que esa misma mañana había estado jugando al domino con esa persona especial, quién  cuentan,  que con todo el cariño de padre del mundo  incluso ayudo al patrón a llenar  la calabaza de agua, el mismo agua que San Roque ofreció a las paisanas, ese agua que los que pasan por un momento difícil, saben lo que refresca.

Cuentan que con el día vencido, partieron de regreso hacia su tierra, buscando el anochecer, y cuentan que Juan ó San Roque, o San Roque y Juan, pues ya os he dicho que con el cansancio  a veces se confunde el atletismo con la vida y la realidad con los sueños, se acostó orgulloso. Y es que a este Juan, y a casi todos nosotros nos basta con intentar  a veces,   aunque sea por unos momentos y a través de una actividad que nos una , aliviar la soledad de los pueblos, reivindicarlos  y  que no caigan a plomo como  dura piedra,  y seguir deseando que el macoteranismo “pueda seguir brotando como un gusano en la mañana, tras un día de lluvia”.










miércoles, 18 de enero de 2012

El arraigo

"Volveré a ese lugar donde nací"
A. Vega.

Cuentan que en su último día se ausentó del hospital,  y atraído por una extraña fuerza regreso al pueblo, esa atracción de los hombres hacia la tierra dónde nacen, cuando se sienten vencidos  por esa enfermedad que suele jugar muy sucio, y casi nunca sabe perder. 
Se tomo sus últimos vinos, dió un leve paseo hacia el rio, miró con nostalgia las escuelas. Su última partida de domino, su última visita a la residencia, su última charla con los amigos. Al caer la tarde sorbió su último café, ese café que uno nunca quiere que acabe, y abrazó con fuerza a sus amigos.
Cuentan que anocheciendo partió camino del  hospital. Subiendo el cerro miró por el espejo y entre lágrimas pudo ver el reflejo de su pueblo, el reflejo de su última morada. A quien sabe lo que significa ese último viaje y ese reflejo, sabe lo que significan los arraigos.
Y cuentan que al día siguiente amaneció nublado y tañieron las campanas.

viernes, 13 de enero de 2012

GENTES DEL PUEBLO

Algunos con desprecio los llaman pueblerinos. Porque andan despacio, sin prisas, manejando sus tiempos. Porque conocen los vientos y barruntan tormentas mirando nubes. Porque se aferran al adobe para huir del calor,  en las tardes de siesta. Porque saben acariciar la tierra y extraer el fruto. Porque miman cada día su matanza en el sobrao. Porque huyen de la bisnera oscura donde habitan el humo, las prisas, los miedos, los horarios. Porque buscan la tarde con su vieja bicicleta para recoger los frutos del huerto.
Y porque en el otoño de los días, cuando todo sea noche, esperan solo a que un leve manto de la tierra que acariciaron, les acaricie.

miércoles, 4 de enero de 2012

A las mujeres del pueblo

De niñas lavaron ropa en el río, acarrearon agua, cocinaron, limpiaron, hicieron camas..., de jóvenes cambiaron pañales, siguieron cocinando, limpiando,  haciendo camas, llevando a los niños a las escuelas....
Hoy sesenta años más tarde, siguen cocinando, limpiando, haciendo camas y dicen que por la crisis, también han añadido a sus no pocas funciones, la de llevar nietos al colegio. Probablemente,  no reciban nunca la encina de oro.